El PIB de la Región del Biobío, a precios constantes, se ubicó en torno a los $11.180 miles de millones para el año 2018, lo que equivale a alrededor del 7,3% del PIB nacional, cifra que desde ya pone en evidencia el persistente proceso de pérdida de importancia económica experimentada por la Región del Biobío.
Lejos quedan aquellos tiempos en que la región representaba más del 10% del producto, hace ya prácticamente 3 décadas. En efecto, se trata de más de dos décadas donde la Región del Biobío presenta un ritmo de crecimiento económico regional inferior a las medias nacionales, en promedio en una magnitud del 8% promedio en los últimos diez años, siendo el crecimiento constantemente menor, salvo coyunturas muy específicas, de 0,3 a 0,4 puntos porcentuales promedio respecto del crecimiento nacional.
Desde luego, estos datos resultan reveladores respecto del rezago estructural que en el plano económico productivo sufre la Región del Biobío. En efecto, en los últimos periodos dicho rezago se ha tendido a intensificar, toda vez que la actividad económica de la región presenta pérdidas de dinamismo relevantes, fundamentalmente derivadas de las dificultades que se enfrentan para lograr innovación y diversificación productiva, más allá de la fortaleza con que aún cuenta la región en sectores tradicionales y que otrora permitieran construir la importancia de la economía regional en el contexto nacional, tales como la industria manufacturera, construcción, pesca y agricultura.
En efecto, las exportaciones regionales por ejemplo, evidencian un cumplimiento pleno de los objetivos de consolidar la oferta exportable regional, en el contexto de la apertura e inserción internacional de la economía chilena de las últimas tres décadas. Ello, precisamente se ha construido en torno a dichos sectores más tradicionales.
No obstante, la Región del Biobío cuenta con una estructura exportadora concentrada, donde la innovación ha estado centrada en lograr mayor eficiencia de las cadenas productivas tradicionales, sin experimentarse un significativo proceso de diversificación, lo que no ha variado en sus rasgos estructurales en las últimas décadas.
En la práctica, se está frente a una región que pierde competitividad; no obstante la presencia de núcleos de desarrollo científico y tecnológico generadores de capital humano avanzado. Sin embargo, este conocimiento no ha llegado a transformar la producción regional, aun intensiva en recursos naturales, hacia una estructura económica con mayores dosis de innovación y conocimiento.
Existen por tanto desafíos productivos regionales que necesariamente han de visualizarse en una perspectiva de largo plazo, y que demanda de mayor descentralización, que propicie discernir apropiadamente la pertinencia territorial de políticas para atender a los requerimientos más específicos de los sectores productivos regionales emergentes.
En este sentido, se trata de continuar fortaleciendo la actual estructura productiva pero avanzar de manera más acelerada hacia un sistema productivo regional que cuente con la capacidad suficiente para generar un clima de innovación y emprendimiento, que reimpulse la economía regional y genere desarrollo territorial.
*** Columna de Opinión Publicada en Sabes
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