jueves, 20 de agosto de 2020

Educación Integral y el Contexto COVID-19

Fue en la década de los ochenta cuando el psicólogo Howard Gardner se hizo conocido en el ámbito científico por sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas, al difundirse la propuesta de Teoría de las Inteligencias Múltiples. En efecto, mucho tiempo ha transcurrido desde que se comienza a conocer la existencia y variedad de inteligencias, exigiéndose superar la visión de un concepto único para asumir una visión multidimensional, abordando el fortalecimiento de varias inteligencias, interdependientes entre sí.

En efecto, a pesar de que han pasado prácticamente tres décadas desde aquellas ideas que permiten proponer que, así como las inteligencias trabajan en concierto unas con otras, se requiere por tanto estimularlas todas de manera sistemática y desde distintas perspectivas, para desarrollar integralmente al ser humano; tal parece que, para las preocupaciones siempre coyunturales, es como si el tiempo no hubiese transcurrido.

Pasan años y, por ejemplo, la preocupación ha seguido siendo, en gran medida, qué ocurre con los resultados que se alcanzan en indicadores en los cuales se tiende a centrar básicamente la mirada en aquellos resultados que competen a, siguiendo la nomenclatura de Gardner, la inteligencia lingüística y la inteligencia lógico matemática. Por cierto, ambas tienen múltiples vinculaciones con las inteligencias naturalista, espacial, musical, corporal cinestésica, intrapersonal e interpersonal; sin embargo, llama la atención que la preocupación generalizada en torno a la medición de la calidad de la educación se tienda a focalizar en una visión un tanto restringida a dos aspectos.

Por cierto, la problemática de fondo tal vez no está en los instrumentos de medición de la calidad de la educación sistemáticamente en uso, sino que más bien a la importancia restringida que se le otorga a los propios resultados más que al proceso mismo, y ello desemboca en que se tienda a formar de maneras estandarizadas y preestablecidas, con foco hacia los aspectos lingüísticos y matemáticos. 

Ahora bien, es en ese escenario estructural en que aparece la emergencia COVID-19 y en este sentido es relevante también interrogarse cómo puede abordarse una perspectiva más integral en estos días, en medio del contexto actual, en el cual se está desenvolviendo una educación marcada por la imposibilidad de implementar un trabajo presencial y las metodologías formativas tradicionalmente utilizadas se ven seriamente limitadas. Ha sido en este escenario que han emergido opciones como las TICs, que han estado implementándose en general frente a la urgencia de una manera bastante exploratoria y experimental, por cierto de forma mucho más activa que lo que se constataba previo a la pandemia; pero obviamente con las limitaciones propias respecto de que ello se diera en un contexto relativamente más planificado, en virtud de una mirada estratégica de largo plazo, ligadas a modalidades de educación online, a distancia o educación flexible. 

Por ello, se hace sugerente por estos días en que se están recogiendo experiencias sobre la implementación de las TICs en la educación, prospectar como ello se puede encauzar hacia el abordaje de desafíos de una educación más integral para Chile, observando por ejemplo cuánto de lo que pueda lograrse en la entrega de contenidos formales vía TICs pasa por abordar su fortalecimiento de manera sistemática con la implementación de otras actividades vinculables desde otros ámbitos, que usualmente han estado relegados a escasos espacios.

El contexto actual, junto con ser desafiante, puede ser también una oportunidad para reflexionar respecto a las posibilidades de diversificar las formas de enseñanza para avanzar hacia una educación que apunte al desarrollo de Chile y en ello, recordar las inteligencias múltiples señala todavía un camino aún bastante inexplorado en nuestro país para mejorar integralmente la educación.

* Columna publicada por SABES


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