El último reporte de desocupación emitido por el Instituto Nacional de Estadísticas da cuenta de una situación regional de un desempleo que se sostiene al alza. En efecto, en el trimestre móvil julio-septiembre de 2024, la tasa de desocupación regional fue 8,7%, lo que significa un incremento de 0,1 pp. en doce meses, explicado por el mayor aumento de la fuerza de trabajo respecto de las personas ocupadas. Ello significa que las personas desocupadas aumentaron un 4,8% en la comparación interanual, lo que significó 3.084 personas más que se encuentran en esta condición, respecto a lo que ocurría hasta hace un año atrás.
A su vez, la tasa de ocupación informal se situó en 25,9%, registrando una contracción retroceso de 0,1 pp. en doce meses, evidenciándose que las personas ocupadas informales mostraron un alza interanual de 2,1%, equivalente a 3.671 personas.
Desde una perspectiva de género, el informe da cuenta de una desocupación femenina regional que alcanza al 10,4%, lo que son 2,6 pp. en doce meses, explicada por el alza de la fuerza de trabajo en mujeres y la disminución en las ocupadas, situación que es evidentemente superior respecto de la desocupación masculina que se situó en 7,5%, lo que significa una disminución de 1,6 pp. en doce meses, como consecuencia del mayor aumento de los ocupados respecto de la fuerza de trabajo en hombres.
De estos datos se desprende que la situación del mercado laboral de la Región del Biobío se sitúa en torno a los promedios nacionales, aunque con un matiz relevante, que dice relación con una tendencia regional de crecimiento del desempleo regional durante el último año que contrasta con la muy ligera reducción que ha mostrado el desempleo a escala nacional.
Fuente: Boletín de Empleo Trimestral Región del Biobío, Edición nº 175 / 29 de octubre 2024, Instituto Nacional de Estadísticas.
Al respecto, hay dos elementos claves que cabe considerar. Por una parte, la Región del Biobío ha venido desde hace ya prácticamente tres décadas atravesando por un marcado proceso de transformación productiva, desde la industria primaria y manufacturera, hacia el sector servicios y comercio, desenvolviendo este proceso con menores niveles de productividad respecto de antaño. En efecto, la menor productividad genera que la economía local se desarrolle con una dinámica mucho más lenta y por tanto se afecta la generación de nuevos puestos de trabajo de calidad. Por cierto, este es un proceso de desindustrialización relativamente generalizado en varios territorios de la economía chilena, que no obstante se aprecia en la Región del Biobío con mayor intensidad.
En segundo lugar, hay un evidente estancamiento de la inversión privada, que tiene señalado a la generalidad de la economía chilena, con una muy patente carencia de nuevos proyectos de inversión de envergadura, cosa que, siendo un factor que caracteriza la coyuntura actual, ya se arrastra lamentablemente durante demasiado tiempo en los últimos años, generando un rasgo ya prácticamente estructural de la economía chilena, que se desenvuelve muy lentamente, en medio de un escenario donde no se aprecian incentivos marcados para una recuperación franca y sostenible de la formación bruta de capital fijo. En la práctica, esto conlleva a una evidente insuficiencia en la generación de nuevos puestos de trabajo, complejizando un desenvolvimiento adecuado de un mercado laboral que comienza a sostenerse demasiado en torno a actividades informales y empleos de baja productividad.
* Artículo Publicado en La Vida Moderna
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