viernes, 10 de abril de 2020

Descentralización y Contingencia

En medio de una contingencia que nos sitúa en un escenario de desafíos inmensos, inciertos y complejos como es la emergencia sanitaria que afrontamos por la llegada del Coronavirus, entre todas las dudas e interrogantes que naturalmente emergen aparece una que, aun teniendo un carácter estructural, resulta relevante al momento de visualizar como podemos afrontar de mejor manera este momento, generando aprendizajes para afrontar desafíos similares que seguramente tocará asumir en el futuro, cual es ¿cómo desde el Estado central se puede afrontar este emergencia considerando la diversidad y amplitud territorial de nuestro país?

La respuesta a esta interrogante sitúa a la descentralización, nuevamente, como un proceso que es pertinente revisar para incrementar la eficiencia y efectividad de las acciones que, especialmente en escenarios de emergencia como este, es preciso implementar. Dos razones invitan a pensar en ello. Primero, la evidencia de que la globalización implica asumir que este tipo de emergencias nos podría afectar a menudo pero que tendrá impactos y desafíos diferenciados en nuestros territorios y regiones, conforme la diversidad territorial que nos caracteriza. Segundo, que el Estado centralizado presenta menor agilidad relativa para responder con la eficiencia y eficacia que esta diversidad territorial de efectos potenciales demandan. Estos argumentos señalan por tanto elementos críticos que guían una demanda por mayor descentralización, de manera que regiones y territorios adquieran mayor autonomía, fortalezcan capacidades endógenas y puedan hacer frente de manera más rápida y pertinente a los desafíos locales que emergen en un mundo globalizado.

En este marco, a lo menos cuatro elementos de la descentralización han estado presente en estos días de emergencia nacional. Primero, la necesidad de contar en regiones con recursos económicos suficientes para afrontar situaciones puntuales con la rapidez requerida, sin tener que esperar trámites adicionales de nivel central, que pueden provocar retrasos que terminan profundizando problemáticas que pueden atenderse mejor en su origen; segundo, contar en las regiones con autoridades que dispongan de las atribuciones correspondientes para una más ágil toma de decisiones que, al situarse en el territorio y en contacto más estrecho con la ciudadanía, tenderán a presentar resultados de mayor pertinencia al espacio y características locales; tercero, propiciar los espacios de articulación público, privada y ciudadana que fortalezcan sistémicamente las capacidades territoriales, merced a los aprendizajes que suelen generarse en estas coyunturas vía mayor participación de actores diversos; y cuarto, propiciar la posibilidad que este aprendizaje se capitalice al futuro mediante la generación de políticas focalizadas que reconozcan la diversidad territorial y permitan a las autoridades regionales actuar con criterios territoriales, atendiendo a las realidades específicas de cada espacio local. 

A la postre, avanzar en estos elementos de la descentralización permitirá afrontar aquellas situaciones que suelen generar complicaciones en escenarios de emergencia como el actual, tales como la información limitada que afecta la toma decisiones centralizadas, el control limitado que se tiene desde el centro respecto de efectos lejanamente localizados y las limitaciones impuestas por procesos políticos administrativos que provocan tardanzas en la toma de decisiones locales. Y por cierto, recordar que aprovechar estas coyunturas también como espacios transformadores de aprendizaje para todos es una posibilidad que podemos y debemos permitirnos.

* Columna publicada por SABES.

No hay comentarios:

Publicar un comentario