De los desafíos señalados para el desarrollo de Chile, tal vez uno que resalta por su importancia es la necesidad de alcanzar mayores niveles de equidad. Al respecto, los desequilibrios en Chile presentan diversidad de expresiones y en efecto, no escapa a ello el ámbito de la educación donde, cada cierto tiempo, distintos indicadores nos recuerdan las marcadas diferencias existentes entre distintos segmentos educacionales.
No obstante, frente a lo estratégico que significa abordar la tarea de construir una educación más equitativa, hasta este tiempo no resultaba tan evidente que apareciera en el debate público, con tanta intensidad, las marcadas desigualdades territoriales, evidentes en el rezago de territorios regionales más alejados de las zonas centro y metropolitanas.
Hoy, en el contexto de la pandemia sin embargo, se han hecho evidentes las limitaciones existentes en la conectividad, que mantienen en el rezago, especialmente, a los territorios alejados de las zonas urbanas centrales y por cierto, ahora en el escenario donde las posibilidades de desenvolver educación presencial están absolutamente limitadas, las desigualdades de acceso técnico a las redes limitan aún más las posibilidades de desenvolver una educación más armónica, donde en todo lugar sea posible acceder a similares oportunidades educacionales.
Por ello es que resulta relevante incorporar también variables geográficas y espaciales que, en interacción con lo social y cultural, permitan relevar el enfoque territorial en las orientaciones de equidad para el desarrollo de la educación.
Esto, que ya resultaba evidente antes de la pandemia, cuando la tendencia a buscar máxima eficiencia por la vía del desarrollo de inversiones focalizadas en territorios céntricos, con mayor aglomeración de población, tendía a postergar intervenciones generadoras de condiciones de acceso de la población extendidas más equitativamente en todo el territorio, dejando importantes espacios geográficos con acceso deficiente, ahora con la pandemia se hizo más evidente, merced al emerger de los requerimientos técnicos que, ante su falta de avance, conspiran contra el desarrollo educacional más armónico, que asegure bienestar territorialmente equitativo.
Dado ello, equilibrar los requerimientos de escala, funcionales a buscar cobertura eficiente en un escenario de recursos limitados, con las condicionantes de aislamiento y rezago que terminan por postergar a importantes segmentos de población que no se encuentran ubicados en núcleos territoriales urbanos, es fundamental para generar oportunidades educacionales distribuidas más armónicamente en el territorio.
En la práctica, desarrollar innovaciones para una conectividad más eficiente y de mayor cobertura emerge también como un desafío para desenvolver una educación que genere oportunidades en todos los territorios, variable clave para avanzar estratégicamente hacia constituirnos en un país más desarrollado.
* Columna publicada por SABES
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